gallego como Rajoy, DEP
en silencio.
Silenciado para sempre, como aqueles a quem él calóu para sempre, ou deixounos sem voz, sem palavra, ou sem medios para difundila, mesmo com exabruptos cando non insultos desde o seu autoritarismo prepotente.
Desde a perspectiva de un ninguem, coma mim, hai xa bastante tempo que cheguei a conclusión de que as nosas vidas perduraban no tempo tanto como a lembranza de nos mesmos permanecese entre os vivos e mentres estes continuen entre eles a falar de um.
Eso foi sempre o que me moveu a falar, para bem, de um fato de persoas especiais, xa falecidas, que puidem coñecer ao longo da minha vida. Cada vez praticase menos isto, e non é doado facelo posto que para falar com alguem de calqueira cousa precisase, em primeiro lugar, de um interlocutor apropiado. Nom gosto, em troques, falar de quem em vida me resultou noxento, moito menos facelo por escrito e públicamente.
Como eu nom podería falar bem de ese home, prefiro deixar que o fagam os seus amigos, que ter tería, ou os seus económicamente favorecidos, moitísimos máis, seguro. Por iso, pego a continuación o obituario escrito por Barreiro Rivas, que se declara amigo do difunto, na Voz de Galicia.
A senso contrario, cando logo da nosa desaparición física derivada da morte, ninguem volta a falar de nos, poderíase considerar que a nosa morte foi definitiva. A isto é ao que eu me apunto, no caso que nos ocupa, e dame paz.
Só um apunte máis. A pasada madrugada, cando soubem polas edicions dixitais dos xornais do falecimento, andivem a fisgar um ratiño nos comentarios dos leitores da noticia de um xornal, e, de entre eles, escollín um porque aproveita para traguernos a memoria de outro home que, nom tendo merecido morrer como morreu, merece em cambio viver eternamente nos termos que deixei dito.
Dice assim:
# 31 Xulio Balboa 15-01-2012 23:18
Ese "caballerete" no merece otra cosa (dijo él de Julián Grimau)
Lo peor es que ELUDE LA ACCION DE LA JUSTICIA.
--- * ---
--- * ---
A torre vixía
El día en que Manuel Fraga perdió el poder
Escrito por: Xosé Luis Barreiro Rivas
16 de enero de 2012 12:48 GMT
La muerte de Manuel Fraga es para mí dolorosa y amarga, porque la parte más importante de mi personalidad se forjó a su lado, primero a favor y después en contra. Mi ruptura con su tutela absoluta e inflexible se hizo con enorme estrépito y elevados costes. Y el cariño personal que siempre nos tuvimos no fue suficiente para restañar, en un cuarto de siglo, las graves heridas que nos infligimos. Por eso debo confesar que, si a todo el mundo le va a resultar difícil valorar su vida y su obra, llenas de contrastes y desmesura, para mí puede ser una tarea imposible, ya que tanto necesito huir de la alabanza formal y estereotipada, que solo se sostiene en el acto breve de la muerte, como de la crítica estéril que puede reflejar desacuerdos y retesías que, por más profundos que sean, deberían agotarse en el breve ámbito de nuestra relación personal. Y por eso trataré de ser, más que nada, justo.
Manuel Fraga fue un hombre más devoto del poder que de la política. Y fue el ejercicio del poder el que inspiró -y no al revés- su ideología conservadora y su relativista visión del Estado. Por eso creo que su figura pública -siempre le gustó ser descrito como «genio y figura»- ocupó más espacio e hizo más ruido del que fue capaz de fecundar con su obra política y con el estilo de pensar que pervive en el tiempo. Claro que él era consciente de ese desequilibrio, que cultivó sin reservas, y por eso trató la dictadura y la democracia como si fuesen dos escenarios posibles y circunstanciales, sin creer nunca que para entrar en una había que renegar de la otra.
Tratando de ser el más grande, quería escribir más libros que nadie, sin importarle nunca cuál era su destino. Quería servir al Estado dedicándole más horas que nadie, haciendo más kilómetros que nadie, presentándose a más oposiciones y ganando más elecciones que nadie, y dejando más huellas de su poder de las que nadie hubiese dejado jamás. Y obsesionado por eso -por madrugar, cansarse y masacrar su salud al servicio de lo público- nunca afinó demasiado su propia sinfonía. Por eso fue tan idolatrado por los que vieron en él una representación del poder (la orden cortante y siempre perentoria, ciegamente obedecida), y tan poco comprendido por los que creen que la política es una labor colectiva hecha de convicciones, consensos y valores.
A Fraga le sobraba autoridad, y le faltaban sosiego, humanidad y estética. Por eso abundó más en subordinados que en amigos, y en anécdotas de consumo diario que en lecciones magistrales transferibles a las siguientes generaciones. De lo cual deduzco que el recuerdo de Fraga se va a llevar muy mal con la historia, y que va a durar mucho más el cariño que le tuvimos sus pocos amigos que el miedo que le rendían sus innúmeros subordinados. Porque si algo es la muerte es el fin del poder.
.
/E-17.38h/
Outros sitios:
http://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/
http://blogs.publico.es/trama-mediatica/2012/01/17/lo-funebre-y-lo-funesto/
http://www.escolar.net/MT/archives/2012/01/el-respeto-a-los-muertos.html
http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2012/01/17/hoy-toca-hablar-bien-de-fraga/
http://lucasleonsimon.wordpress.com/2012/01/16/ayer-se-murio-y-manana-lo-entierran-no-derramare-una-lagrima/
http://blogs.publico.es/buzondevoz/933/historia-y-justicia/
http://blogs.publico.es/felix-poblacion/502/fraga-y-su-venerado-maestro-carl-shmitt/
http://blogs.publico.es/traduccioninversa/516/obituarios/
http://xmeyre.blogaliza.org/2012/01/18/fragamentos/
/E-01.39h39104/
Así es. Otro que se muere tranquilamente en la cama sin responder ante nadie de su acción en la vida. Y ya no sólo recibe las loas de los que son sus acólitos si no también de los que se supone, no lo son, y que por su contribución a establecer la "democracia" de la que disfrutamos, parece que creen que es merecedor de dichas alabanzas. No se me ocurre ninguna palabra para describir fielmente lo que me genera esto último.
ResponderEliminarDE: 1/2
ResponderEliminarhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=143102
18-01-2012
Fraga, candidato fracasado en Madrid y ministro de Franco en Galicia
Gustavo Luca
Rebelión
A Fraga lo echó, como jefe de la oposición en Madrid, su propio partido. Se le habían agotado todos los recursos: contar chistes en las Cortes, aceptar entrevistas en programas de humor, renovar por edad el sanedrín. Es el mejor pero no le votan porque asusta, decía su equipo.
Fraga sabía la verdad: “no me niegan el voto a mi, se lo niegan a Franco”. Había candidatos que recordaban menos que Fraga a la Dictadura. El era voluntario en la masacre de Vitoria en donde daba ordenes desde el Gobierno Civil, mientras mantenía el engaño de que se encontraba en Bonn; defensor de la tortura y asesinato de Grimau y de las palizas a los huelguistas de Langreo; falsificador de un perfil de suicida para el estudiante Enrique Ruano, arrojado por la escalera por los guardias; ordenante de una paliza de madrugada, casi mortal, para José Antonio Novais, por el delito de ser corresponsal de Le Monde, amenazado por el poderoso ministro en vociferantes ruedas de prensa; dinamitador del diario “Madrid” y responsable de asedio y multas insoportables para 550 publicaciones. Adulador incansable de Franco.
El Estado no le cabía en la cabeza, como repiten los suyos, sino en un fichero del CESID al que tenía acceso directo. El Ministro creó un gobierno paralelo conectado a los servicios de información. Estaba mejor informado que el circulo de Franco. Aún asi, el Dictador lo utilizó y luego se lo entregó a las fieras del Opus Dei.
Fraga mantuvo su red de información con los guardias pero eso no le conseguía votos. Hasta el día en que a Romay Beccaría se le ocurrió buscarle un destinito en Galicia. Antes, cuando ya estaba quemado como candidato a la Moncloa, le habían ofrecido la Alcaldía de Madrid pero el disolvió el consejo con voces y lanzamiento de ceniceros.
Al gobierno de su partido, le dijo: “Voy a Galicia con una condición: exijo mayoría absoluta”. Una mayoría que el mismo consideraba inalcanzable para la Moncloa le parecía fácil en Galicia. Su plan consistía en preparar una saca de 850 votos de emigrantes en Venezuela que aplicados al desertado censo de Ourense prometían los 4-5 escaños de seguridad sobre encuestas. De hecho, el candidato del PSOE estuvo cerca de ganarle. Cuevas garantizó a Fraga una campaña sin techo de gasto a cambio de la subvención de plantaciones de eucalipto y el bloqueo indefinido del Plan Forestal anunciado por el PSOE. Una pavorosa campaña de incendios cargaba de pólvora la campaña del ministro contra sus adversarios y extendía enormemente la especie ignífuga codiciada por la CEOE.
Continúa en 2/2...
2/2 - Continuación... "Fraga, candidato fracasado en Madrid y ministro de Franco en Galicia"
ResponderEliminarGustavo Luca de Tena, Rebelión
El voto anómalo de los emigrantes de Venezuela por Ourense en 1989, apareció colgado en la página del PP hasta que alguien del propio partido comprendió que era más que un orgullo el reconocimiento de un pucherazo.
Los fondos del FEDER facilitaron a Fraga sucesivas campañas millonarias con información comprada, transporte masivo de votantes de edad y nuevas sacas de voto emigrante. Un acta de diputado autonómico de la izquierda costaba cien veces más votos que un escaño del PP. Fraga no citó nunca en Galicia la palabra democracia. ¿Es que cabía esperar otro discurso de un ministro de Franco y de Arias Navarro que solía presumir de su biografía de fascista? La modernización propuesta a Galicia fue, de hecho una gran privatización. El clientelismo de la Restauración fue restaurado con prensa de una sola tendencia y contratas millonarias. La recuperación del idioma propio de Galicia, objetivo principal del Estatuto de Autonomía, se fue convirtiendo en una caza de brujas de los profesores galego-falantes.
Hoy Galicia tiene el índice de paro y emigración juvenil más alto de la UE. La población es la más envejecida del mundo. El nivel de asistencia sanitaria pública y las pensiones, son las más bajas de todo el Estado. Los medios de comunicación privados y los del Gobierno Autonómico están al servicio del Partido Popular. En un año cerraron los tres únicos medios impresos y tres sitios electrónicos en Galego.
Gustavo Luca es periodista
http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2011/09/15/0003_201109V15C3991.htm
se portó muy mal con don daniel garcía ramos (q.e.p.d.).....
ResponderEliminarse portó muy mal con don josé antonio novais tomé (q.e.p.d.)......
ResponderEliminar
ResponderEliminarFraga o el olvido
RAMÓN PERNAS
01/07/2017 05:00 H
Conocí a Manuel Fraga cuando yo era un chaval y él ministro del Gobierno de España. Se le antojó hacer una sardiñada en una isla de la ría de Viveiro, concretamente en la paradisíaca playa de Area. Mi padre era funcionario del Instituto Social de la Marina y le tocó estar en el comité de recepción y en el núcleo organizativo. Y 24 horas antes de su llegada a Viveiro solicitó «un niño», pues el de Vilalba pensaba acudir con uno de sus hijos. Yo estaba disponible, y acicalado con una camisola blanca, que estrenaba, actué de figurante acompañando al hijo del ministro. Debíamos de ser de la misma edad y en la isla mínima padecimos idéntico aburrimiento mientras se asaban las sardinas. Bajamos hasta una chalana amarrada con un cabo y, si no llega a ser por los escoltas del ministro, su hijo y yo mismo perecíamos ahogados, pues la frágil embarcación volcó, arrojándonos al agua, y ninguno de los dos éramos peritos en el arte de nadar. Nunca mas volví a encontrarme con mi compañero ocasional de fatigas náuticas.
A quien sí volví a ver fue a Manuel Fraga, con quien nunca sintonicé; ni yo con él, ni él conmigo.
Tuve que verlo con frecuencia cuando ocupé la presidencia del Club de Periodistas Gallegos en Madrid, que había propiciado para convertirla en una terminal mediática pro domo sua, y que no consentí que teledirigiera como había hecho con mis antecesores. La distancia ideológica no era un problema, lo que no entendía era mi desafección a su caudillaje supuestamente mediático.
Asistí al declive del león de Vilalba y en ocasiones me causó un sentimiento que mucho tenía que ver con la compasión. Llevó Galicia trotando en su corazón, dirigiendo el país como cosa suya, adulado por muchos y criticado por unos pocos, y en un mes de enero del 2012 regresó para siempre a la tierra que lo acogió para toda la eternidad.
Hace muy pocos días, escuché una conversación en el aeropuerto de Vigo mientras esperaba el avión para Madrid. Un hombre de mediana edad mostraba a otro más joven unas, aparentemente, hojas de cálculo que contenían una encuesta sin tabular. Los datos analizados demoscópicamente concluían que de cada diez muchachos de un universo entre 18 y 22 años, y residentes en Galicia, solo cuatro tenían conocimiento de quién había sido Fraga Iribarne, presidente que fue de la Xunta de Galicia.
Me hubiera gustado intervenir en la conversación para añadir que también en un mes de enero, del 2002, murió Camilo José Cela, el autor de La colmena. Libro de obligada lectura en el bachillerato de entonces, y de esa joya de la literatura que es Madera de boj, entre otras docenas de libros. Premio Nobel, y admirado masivamente en su tiempo. O que tres años antes, e igualmente en enero, fallecía Gonzalo Torrente. Han pasado pocos años y un manto de olvido se tendió, como la niebla que penetra en los inviernos por las rías, sobre su memoria.
Los tres descansan en Galicia: Fraga, en Perbes; Camilo José, en Iria Flavia; y Gonzalo Torrente, en Ferrol. Los traigo a esta columna para rehabilitarlos durante el minuto en que tardan estas líneas en ser leídas y para subrayar que el olvido colectivo, sic transit gloria mundi, es un mal endémico en estos tiempos de prisas tecnológicas. En el fondo y apelando al título de una excelente película española: nadie hablará de nosotros cuando estemos muertos. Nos queda, eso sí, y con desigual fortuna, reivindicar la memoria como ejercicio al menos.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2017/07/01/fraga-olvido/0003_201707G1P14993.htm