nâo é por acaso Luis

nâo é por acaso Luis: (www.astormentas.com)
Poema ao acaso


quinta-feira, 8 de junho de 2017

O do Pastor, pesca nova a voces

Xaquín Marín   31-05-2017







1.318 millones de títulos. Es el volumen que los inversores movieron en Banco Popular en las cinco sesiones previas a su venta. La cifra supone el 31,5% del total de acciones de la entidad (4.196 millones) y dispara la media de 47,3 millones de títulos que se negociaron diariamente en los 12 meses previos.       



ESTADO BETA
¿Quién lo sabía? ¿Quién no dijo nada?
Sofía Vázquez
¿Quién lo sabía? ¿Quién no dijo nada?

08/06/2017  08:15

Esto del negocio financiero resulta muy complicado. Es difícil comprender cómo un banco con 147.114 millones de euros en activos, 10.634 empleados, 1.779 oficinas y 4 millones de clientes vale 1 euro. Ni más ni menos.

Sin embargo, esta misma entidad, que fue capaz de adquirir por 1.300 millones otra hace seis años, ayer se la intercambiaron por el precio de un cromo. Maticemos, por 1 euro menos los 7.000 millones de ampliación que hará el Banco Santander para adquirir el Popular. Pero esta cuenta seguramente quedará equilibrada con los créditos fiscales que Ana Patricia Botín y su equipo obtendrán tras adecuar el balance de un banco quebrado. Teniendo este dato en cuenta, se deduce que la compra se pagará con dinero que debería de recaudar Hacienda y ya se sabe que Hacienda somos todos. Por lo tanto, a priori, no es cierto lo que aseguró ayer el ministro de Economía, Luis de Guindos: No se han utilizado recursos públicos para acometer el rescate. Falso.

Resulta fácil deducir ahora que el sexto banco de España debía de tener un balance correoso y un agujero interminable que han provocado su expropiación y su venta por una cifra simbólica. El plan expropiatorio se ejecutó en Bruselas con nocturnidad y precedido por la fuga masiva e insostenible de depósitos durante la última semana. Por eso, las autoridades comunitarias tomaron la decisión y no les dolieron prendas cuando anunciaron que los accionistas pagarán la factura. Se ha ido por la alcantarilla el ahorro de cientos de miles de familias que pensaban que el negocio bancario nunca quebraría porque estaba regulado. ¿Regulado por quién? Se supone que por las autoridades competentes que son, desde luego, la CNMV y el Banco de España. ¿Conocían estas instituciones el problema? ¿Por qué no han advertido a los pequeños accionistas de la situación en tiempo y en forma? ¿Por qué ha llegado el banco a un extremo que obliga a dilapidar el patrimonio de simples ahorradores?

Es fácilmente previsible que el asunto de la quiebra del Popular provoque un escándalo de las mismas dimensiones -sino mayores- que el de la salida a Bolsa de Bankia. En él podrían verse involucrados gestores y grandes accionistas que se verán obligados a responder la siguiente pregunta: ¿Quién ha estado jugando en Bolsa a la caída del precio de la acción durante año y medio con el objetivo, conseguido, de ganar dinero a espuertas? En el lenguaje del pueblo llano, al resultado de este tipo de actividades -legales en algunos casos y en otros no- se le llama pelotazo. Las ejecutan aquellos que no tienen conciencia ni remordimiento de fracturar y hacer quebrar las economías familiares. Si no lo creen, pregunten en Galicia.

NEGRO SOBRE BLANCO
Conejillos de indias
Mercedes Mora

VALOR Y PRECIO
Por un triste euro
Xosé Carlos Arias

TRIBUNA
Hay que pedir luz y taquígrafos
Venancio Salines

DESDE LA CORTE
Los pobres, cómo no, pagan el rescate
Fernando Ónega
08/06/2017 08:14

Recibo una llamada de un viejo compañero de instituto que ahora reside en Madrid. Me quiere contar su experiencia de accionista del Banco Pastor, hasta ayer Banco Popular en el resto de España. Le pido permiso para grabar la conversación y, traducida al castellano, mi amigo se confiesa así:

«Hace unos años, tuve un grave problema de salud. Empecé a temer por el futuro de mi familia, porque mi mujer no encontraba empleo y mi hijo sufre una minusvalía. En aquel momento, el Banco Pastor ofrecía suscribir acciones para una ampliación de capital o algo así, creo que ya del Banco Popular. Y me convencieron: compré acciones por importe de 100.000 euros. La cotización no fue mal, pensé que había hecho una buena inversión y, pasados unos años, vendimos un pequeño piso e invertí otros 50.000 euros. La cotización siguió bien y mis acciones llegaron a valer 200.000 euros. Mi mujer me aconsejó vender, pero yo me cegué por los beneficios. Era una inversión a largo plazo, me estaba dando buena rentabilidad y era cuestión de seguir.»

Después, creo que ya en el 2016, la cotización empezó a bajar, pero en el banco me decían que era una cuestión coyuntural y que, si no necesitaba el dinero, no debía dejarme llevar por el pánico. Cuando las acciones empezaron a valer menos de lo que había invertido, me siguieron tranquilizando: seguía siendo coyuntural, lo mejor era resistir. Cuando llevaba perdido la mitad del dinero, ya no consulté: decidí esperar, porque no podía perder tanta pasta. Imagínate que al día siguiente empieza a volver a subir y me pego un tiro. La última semana fue la del pánico, llegué a pensar que a lo mejor incluso era el momento de comprar, que las acciones del Popular eran una ganga. Saracho hablaba incluso de mantener la independencia de la entidad.»

Y ya termino. Al cierre de sesión del martes, día 6, mis 150.000 euros iniciales valían 23.000. Y catorce horas más tarde valían cero euros, porque el Santander había comprado el Popular por un euro. Así me quedé sin los ahorros de mi vida. Los usaron para financiar la compra por otro banco. Me los quitaron primero por mala gestión. Después, sin mi permiso, para financiar nada menos que al Banco de Santander. Un robo legalizado por el Banco Central Europeo. Y todo para que ahora saquen pecho De Guindos y Ana Botín y digan que no se gastó dinero público. Sí, señores, ni un euro público. Solo el de unos accionistas atracados que pagamos los desastres de otros. Y los directivos del equipo anterior, disfrutando de sus millonarias indemnizaciones. Saracho se llevará otra millonada. Me cisco en la banca, en sus métodos y en quien metió su mano en mi diezmado capital».

Eso dijo mi antiguo compañero. Yo solo pongo la transcripción.

LA QUILLA
Mentiras varias y un funeral
Fernando Salgado
08/06/2017 05:00

Varias lecciones extraídas del desplome del Banco Popular. Era mentira que España contaba con «el sistema financiero más sólido del mundo desarrollado», como afirmaba Zapatero todavía en febrero del 2010. Es mentira que la banca española esté «estupendamente», como se empeña en decir Rajoy desde octubre del 2014.

Era mentira que las cajas de ahorros, y las injerencias políticas en su gobierno, fuesen la única bomba-lapa colocada en los bajos del sistema financiero. Esa falsedad -«no hay crisis de bancos, sino crisis de cajas», dijo la AEB en su día- sirvió a los gobiernos del PSOE y del PP como pretexto para volar un modelo que durante décadas mostró eficiencia y rentabilidad. Y que además -ojo al dato- pisaba muchos callos y cuotas de mercado a la banca privada. Es mentira que la pésima gestión del riesgo crediticio, el empacho de cemento y el abuso de operaciones especulativas de alto riesgo fuesen prerrogativas exclusivas de las cajas.

Era mentira la solvencia que a los bancos les atribuían los test de estrés. Por ejemplo, para determinar su nivel de capitalización se incluyen los créditos fiscales: impuestos que deberían pagar y el Estado les condona. Es mentira que la concentración y el tamaño garantizan mejor gestión y mayor eficiencia. Lo que sí está probado es que, a la par que la dimensión, aumenta el riesgo sistémico: la posibilidad de que una sola entidad haga saltar por los aires la economía. Y también que en cada fusión gana poder de mercado la entidad resultante y lo pierde el consumidor -familias y empresas- de servicios financieros.

Era mentira que, como dijeron Zapatero, Rajoy y De Guindos consecutivamente, el rescate del sistema financiero no iba a costar un céntimo al contribuyente. Lo aclara el Tribunal de Cuentas. Entre los años 2009 y 2015, el Estado movilizó más de 122.000 millones de euros para socorrer a la banca. De ese dinero comprometido ya hemos gastado los contribuyentes -o adeudamos- más de la mitad: 60.718 millones exactamente.

Ahora nos dice otra vez De Guindos, y lo repite como un eco Ana Botín, que la integración del Banco Popular en el Grupo Santander «tiene cero coste para el contribuyente». ¿Será también mentira? Para Galicia, sin lugar a dudas: acaba de extenderse el certificado de defunción del Banco Pastor. La Fundación Barrié de la Maza poseía entre el 1 % y el 2 % de las acciones del Popular -el 7,8 % hace solo cinco años-, adquiridas ayer por el Santander por uno o dos céntimos. RIP. Se desploma el último bastión de la banca gallega, dos siglos largos de funcionamiento como motor y lubricante de nuestra economía, una entidad emblemática que históricamente canalizó el ahorro hacia la industrialización de Galicia.


¿Cuánto perdimos ayer los gallegos? ¿Nada se podía hacer para segregar del paquete la parte gallega y otorgarle un tratamiento diferenciado? ¿Dónde estaba y qué decía nuestro Gobierno autonómico durante la agonía? ¿Por qué no alzó la voz, aunque solo fuera para asistir ahora, sin sentimiento de culpa, al funeral?

A TORRE VIXÍA
Elogio a Rajoy «in tempore belli»
Xosé Luís Barreiro Rivas
08/06/2017 05:00

La política española -si por tal entendemos la actividad compulsiva desplegada por los partidos políticos- solo es, a día de hoy, una guerra de desgaste. Ningún debate es constructivo. En ninguna agenda figuran -destacados- los grandes problemas estructurales ni las pocas reformas que se pueden consensuar. El único target de las multiformes oposiciones es el desgaste del Gobierno, aunque para ello tengan que magnificar las chorraditas y simplezas que convierten la información política en puro chismorreo. Y casi podría decirse que las únicas cosas que funcionan bien son la economía y los servicios esenciales, que nos permiten soportar esta borrachera de estupidez y este lujoso sainete político que solo un país boyante, con fuertes inercias institucionales, se pueden permitir.

En una posición intermedia se sitúan algunos sectores profesionales y sociales que, sin ser propiamente políticos, tienen gran importancia para la política, y que, sin ser responsables del desgaste, se ven obligados a actuar -como colaboradores, víctimas, mediadores o rapiñadores- para sobrevivir, o para forrarse, dentro del conflicto. En esa categoría están muchos intelectuales, líderes sociales, organizaciones profesionales o cívicas y diversos actores económicos que tratan de arrimar el calor de la indignación a su sardina, y que no quieren plantearse la vuelta a un estado de orden que rebaje el nivel de riesgo, de destrucción o de división social en el que estamos chapoteando.

Y finalmente están los que, a modo de vigilantes y árbitros del conflicto -el aparato judicial y todas las formas de aprovechar la Justicia para calmar o alborotar el gallinero-, ya han tomado partido a favor de una de las posibles interpretaciones del caos, y, además de invalidarse como árbitros, tratan de aprovechar su poder coyuntural para resolver pleitos personales.

En medio de tan confusa algarabía, solo hay un actor que parece priorizar su papel institucional y sus obligaciones sobre la guerra de desgaste, y que intenta mantener un orden jurídico, económico, social y político que evite el colapso. Este actor, que no está libre de errores e indecisiones, que habita un partido diezmado por la corrupción y la vergüenza, que no siempre alcanza el estándar básico de simpatía, y que tiene fuertes carencias en la retórica, la creatividad y la comunicación política, se llama Mariano Rajoy. Y solo a él le cabe el mérito de no haberse perdido ni desmoronado en el barullo, y de mantener los mínimos institucionales y sistémicos que se pueden salvar en la trifulca. Por eso merece ser elogiado como un político providencialmente templado y estable. Y por eso me atrevo a aventurar que, cualquiera que sea el desenlace de esta tragicomedia, la historia le va a ser más leve y agradable de lo que podemos imaginar en este tiempo de guerra.

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EL DERBI
Galicia debe honrar a su héroe
Fernando Hidalgo

Fuentes cercanas a la familia sospechan que a Ignacio lo mató «el fuego amigo»

El fiscal general del Estado ve «la necesidad» de cambiar el modelo procesal para que los fiscales instruyan las causas

E/.08.06.2017.19:07.-/-P/.-/-K/.- ( )/

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